Durante la guerra ruso-japonesa, Port Arthur, la base naval rusa en China, cae ante las fuerzas navales japonesas bajo el mando del almirante Heihachiro Togo. Fue la primera de una serie de derrotas que en junio cambió el rumbo del conflicto imperial irrevocablemente contra Rusia.

En febrero de 1904, tras un rechazo ruso de un plan japonés para dividir Manchuria y Corea en esferas de influencia, Japón lanzó un ataque naval sorpresa en Port Arthur, diezmando la flota rusa. En la lucha posterior, Japón ganó una serie de victorias decisivas sobre los rusos, quienes subestimaron el potencial militar de su oponente no occidental.

En enero de 1905, la base naval estratégica de Port Arthur cayó ante los japoneses; en marzo, las tropas rusas fueron derrotadas en Shenyang, China, por el mariscal de campo japonés Iwao Oyama; y en mayo, la flota rusa del Báltico bajo el mando del almirante Zinovi Rozhdestvenski fue destruida por la flota del almirante Togo cerca de las islas Tsushima. Estas tres derrotas cruciales convencieron a Rusia de que una mayor resistencia contra los diseños imperiales de Japón en Asia Oriental no tenía remedio, y en agosto de 1905 el presidente Theodore Roosevelt medió un tratado de paz en Portsmouth, New Hampshire.

Japón emergió del conflicto como la primera potencia mundial no occidental moderna y apuntó a una mayor expansión imperial. Para Rusia, sin embargo, el desempeño desastroso en la guerra fue una de las causas inmediatas de la Revolución Rusa de 1905.