En este día en 1941, los alemanes comienzan su ascenso a Moscú, liderados por el 1er Grupo del Ejército y el general Fedor von Bock. Los campesinos rusos en el camino del ejército de Hitler emplean una política de "tierra quemada".
Las fuerzas de Hitler habían invadido la Unión Soviética en junio, y al principio se había convertido en un impulso implacable dentro del territorio ruso. El primer revés se produjo en agosto, cuando los tanques del Ejército Rojo expulsaron a los alemanes del saliente de Yelnya. Hitler le confió al general Bock en ese momento: "Si hubiera sabido que tenían tantos tanques como ese, lo habría pensado dos veces antes de invadir". Pero Hitler no tuvo vuelta atrás porque creía que estaba destinado a tener éxito donde otros tenían falló, y capturar Moscú.
Aunque algunos generales alemanes habían advertido a Hitler contra el lanzamiento de la Operación Tifón, ya que el duro invierno ruso apenas estaba comenzando, recordando el destino que sucedió a Napoleón, que se estancó en condiciones horrendas, perdiendo un gran número de hombres y caballos. Este estímulo, junto con el hecho de que el ejército alemán había tomado la ciudad de Kiev a fines de septiembre, hizo que Hitler declarara: "El enemigo está destrozado y nunca más podrá levantarse". Entonces, durante 10 días, a partir de octubre 2, el 1er Grupo del Ejército condujo hacia el este, acercándose a la capital soviética cada día. Pero los rusos también recordaron a Napoleón y comenzaron a destruir todo mientras huían de sus aldeas, campos y granjas. Los cultivos cosechados fueron quemados, el ganado fue expulsado y los edificios fueron volados, sin dejar nada de valor para apoyar a las tropas agotadas. El ejército de Hitler heredó nada más que ruinas.